sábado, 30 de abril de 2016

PROFESOR MAMADOU






                Desde que llegó Internet a nuestras vidas, abrir el buzón ha perdido toda su emoción y su misterio. Ya nadie escribe cartas, porque todo nos lo  decimos por email. Tampoco recibimos aquellas encantadoras postales que era casi obligatorio enviar cada vez que salías de viaje. Aquellas postales decían muchísimo de la persona que las escribía. Estaban las que se dividían en cuatro, cinco o incluso más minifotos que compraban aquellos que querían demostrar lo listos que habían sido y lo que les había cundido el viaje. Los aburridos y faltos de imaginación preferían las que representaban el monumento icónico de la ciudad visitada: de Roma, el Coliseo; de París, lo Torre Eiffel; de Pisa, la Torre Inclinada, de España la Especulación Inmobiliaria… y  así sucesivamente. Por el contrario, los finos y sofisticados procuraban comprar postales con un pedazo de un fragmento de un trocito irreconocible de una puerta de un palacio desconocido, para hacerse los entendidos e intelectuales y, sobre todo, para que no se les pudiese confundir ni remotamente con los despreciados “turistas de viaje organizado”. Hubo una temporada en que se pusieron de moda las de tías y tíos cachas, para enviar desde la playa, y las de frases chistosas, digámoslo así, que se podían enviar desde cualquier sitio. Para terminar estaban aquellas típicamente españolas, con sevillanas y toreros de traje bordado en relieve y lentejuelas pegadas que tienen el mérito de ser lo  más  kitsch que ha producido el solar patrio y puede que el mundial. Ahora, gracias a los teléfonos móviles, siempre que algún conocido sale de viaje te ves expuesto a recibir un bombardeo diario de fotos absurdas de la pizza que se están comiendo, la habitación del hotel y cosas así. Las peores son las que te mandan para que compruebes la juerga que se están pasando por la noche, que son todas iguales: unas figuras borrosas con un vaso en la mano y ojos fosforescentes, sobre un fondo de oscuridad roto por alguna luz de colorines.



                Todo aquello se lo llevó el viento de la tecnología. Ahora abrir el buzón es aburridísimo. Las únicas cartas son las del banco, que jamás dan sorpresas agradables, más bien al contrario. El resto es publicidad del supermercado y de mueblerías de las de “amueble su piso por 500 euros”. Últimamente en España anima el cotarro postal esa propaganda electoral  que recibimos con una frecuencia tan inesperada. En fin, que lo habitual es abrir el buzón y tirar todo lo que contiene en la papelera más cercana así, sin mirar. Sin embargo hoy, como antaño, he tenido una sorpresa. Medio oculta entre las ofertas de “Lupa” he descubierto una pequeña e intrigante tarjeta  de papel que decía: PROFESOR MAMADOU.

                Confesaré  que ha sido ese mama dou de tan descaradas connotaciones felatorias  lo que me ha llamado la atención. Pero no, resulta que Mamadou, lejos de dedicarse a chuparla,  es ni más ni menos que un “vidente y futurólogo africano”.  No me queda más remedio que reconocer que mis conocimientos sobre la magia africana son limitadísimos. Todo lo que sé sobre el tema lo aprendí en las películas de Tarzán y en “Las minas del rey Salomón”, películas en las que invariablemente el hechicero era muy malo y muy feo y el único porvenir que te adivinaban era el de terminar cocinado al fuego vivo de una hoguera, en la clásica perola gigante. Más recientemente mi sobrino Raúl, que ha viajado mucho al Congo, me ha ilustrado sobre la magia Gri-Gri. Parece ser que el Gri-Gri es una magia multiusos que la desgraciada situación de la antigua finca de Leopoldo II ha enfocado principalmente al tema bélico. Un soldado grigrizado se vuelve totalmente invulnerable salvo, claro está, que tenga la mala pata de que le peguen un tiro y le maten, aunque esto suele achacarse a una grigrización deficiente. Hay un grupo de brujos Gri-Gri que han conseguido la proeza de grigrizar un palo; si se señala con ese palo grigrizado a un avión enemigo, este cae fulminado y se espachurra. No cabe duda del gran avance que supondría ese palo Gri-Gri en el campo de la tecnología militar, pero Raúl me ha reconocido que no se dispone de datos estadísticos sobre su efectividad real. A la vista de tan escasos datos sobre la magia africana se comprenderá mi sorpresa al leer la gran cantidad de aspectos de la vida que, según el profesor Mamadou, son susceptibles de ser controlados gracias a ella.


                Lo primero que nos dice la tarjetita es que el profesor tiene “Alta experiencia en todos los campos de la videncia africana”, así, a modo de curriculum, para que seamos conscientes de que no estamos tratando con un brujillo del tres al cuarto. Le sigue una asombrosa relación de facultades y poderes que le dejan a uno patidifuso, pero con una redacción, lamento decirlo, algo deficiente en ciertos casos que genera alguna duda que otra. Veamos.

                “Ayuda a resolver tus problemas con resultados increíbles en poco tiempo”. ¿Qué nos quiere decir el autor? Pudiera ser que los problemas se resuelvan en poco tiempo, pero también puede interpretase que los resultados son increíbles en poco tiempo, así como si solo te lo pudieses creer a largo plazo, lo que resulta de una incomodidad extrema porque ¿de qué te sirve que te resuelvan un problema si no te lo crees? Sería casi trágico estar sufriendo por un problema resuelto, simplemente porque no te lo crees. Eso es como un Gri-Gri mal grigrizado. No sé.

                “Recuperar la pareja por difícil que sea con inseparable atracción”. Vamos a ver, si alguien ha conseguido separarse de una pareja difícil, lo que siempre es muy complicado y trabajoso,  parece poco razonable que quiera recuperarla nada menos que “con inseparable atracción”. Hay gente para todo, pero me da la sensación de que poca demanda tendrá el Alto Vidente de semejante servicio. “Recuperar la pareja, por difícil que sea con inseparable atracción” tendría más sentido. Así uno está seguro de recuperar a su pareja, pero se le advierte de que es problemático que esa recuperación llegué al extremo, poco atractivo por otra parte, de la “inseparable atracción”.

                “Devolver al Amor perdido o atraer a la persona querida con amarres fuertes, corriendo cariñosamente detrás de ti”. Dejando a un lado eso de los “amarres fuertes”, que me suena más a recuperar un atraque perdido en el puerto deportivo que un amor ¿En qué consiste el conjuro? Recuperar el atraque perdido es muy apetecible, pero si es a costa de que el profesor Mamadou vaya “corriendo cariñosamente detrás de ti” no creo yo que mucha gente se anime; y muchos menos en Cantabria, con el sentido tan extremado del ridículo que tenemos. Si yo me decidiese a hacerlo, en dos días estaría todo el mundo comentando que detrás de Emilio corre cariñosamente un negro senegalés, lo que es poco probable que fuese interpretado como una sesión de Alta Videncia Africana, que la gente es muy mala.

                Del resto no tengo nada que decir, salvo que evidentemente el profesor Mamadou es un Alto Vidente multiusos: “Ayuda a mejorar en los negocios y en el trabajo; Ayuda a solucionar problemas familiares, matrimoniales, judiciales, impotencia sexual; Limpia mal de ojo, hechizos, malos espíritus. Ayuda a dejar el alcohol y las drogas, etc…”. Mucho me temo que  se vea el profesor en los tribunales, acusado de intrusismo profesional por el Colegio de Médicos, el de Abogados y algunos otros, que hay mucha envidia en este mundo. En el tema del trabajo puede estar tranquilo, ya que si ayuda a conseguirlo no interferirá ni de lejos las funciones del Servicio Cántabro de Empleo.

                Lo importante es el final, ese “SU TRABAJO ES SERIO CON GARANTÍA 100%”. Se pueden cuestionar los métodos de la magia africana, pero comprometerse al 100% con lo que se promete es cosa seria y muy poca gente lo hace. Esa frase me gustaría mucho verla al final de esos programas electorales con los que nos ametrallaran en breve tiempo. Mamadou no es como Carmena, para quien los programas electorales no son más que una “declaración de intenciones”. Mamadou no es como Rajoy, que piensa que los programas electorales son para hacer justamente todo lo contrario de lo que se promete. Mamadou lo garantiza todo al 100%. Claro que, ahora que lo pienso, puede que esa tarjetita tan llena de promesas increíbles sea en realidad el primer programa electoral que me ha llegado, en cuyo caso ese “SU TRABAJO ES SERIO CON GARANTÍA 100%” no sería más que una mentira descarada o una declaración de intenciones.

               

                

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