lunes, 1 de febrero de 2016

ENIGMAS BIBLICOS

Esta mañana, como casi todos los lunes por la mañana, Raúl el estanquero me ha dicho que “se le estaba haciendo muy larga la semana”. Olga, mi kiosquera de cabecera, se quejaba con tristeza de lo duros que son los lunes y maldecía amargamente a nuestros primeros padres Adán y Eva, responsables de esa maldición divina llamada trabajo por esa memez suya de querer comer una manzana. A eso debemos el amargor del "ganarás el pan con el sudor de tu frente, a una manzana¡Una manzana! Vale que ante una docenita de ostras y una botella de Albariño, en especial si es Martín Codax, pueda decirse la famosa frase del rey francés Luis XV “apres moi, le déluge”, pero ¿Por una triste y aburrida manzana? Si no sonase demasiado irreverente yo diría que los Padres de la Humanidad fueron, además de un par de irresponsables, gente de muy poco mundo,;diría que lo que les pasaba era, como decía Wilde, que podían “resistirse a todo, menos a la tentación”, que tenían esa tara. Lo diría pero no lo digo, porque, al estar hechos a imagen y semejanza de Dios, acusarles de paletos insensatos sería achacar a Dios los mismos defectos y eso sería blasfemia. Pero es verdad que nadie en su sano juicio arriesgaría el usufructo eterno del Paraíso por una vulgar manzana; ni nadie con dos dedos de frente se aventuraría a coger fruta de un árbol del que esté colgada una serpiente, con el repelús que dan; nadie con un mínimo sentido del decoro se pasea en pelotas por su jardín, al menos nadie que yo conozca. Creo que eso es indiscutible.


Consecuencia de esa acción tan irreflexiva y temeraria fue la expulsión del Paraíso, que desde mi punto de vista es una sucesión de absurdos y sinsentidos. Resulta que “oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto”. ¿No resulta algo trivial ese Dios dando un paseíto mañanero y jugando con Adán y Eva al escondivirite? Y eso de “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” ¿Cómo que donde estás tú? Que eso lo diga Rappel después de dos o tres tiradas de cartas tendría su lógica, pero que un Dios que todo lo sabe y todo lo ve no sea capaz de encontrar a dos pipiolos en un huerto… Yo lo veo todo muy traído por los pelos y me parece muy desorbitado que el corolario del tema haya sido ni más ni menos que el primer desahucio de la historia, cuando cualquier abogado del turno de oficio hubiese visto motivo de recurso en el hecho de que al estar Adán y Eva hechos, insisto, a imagen y semejanza de Dios, no hicieron nada que el mismo Dios no hubiese hecho. Unir al desalojo la cadena perpetua del Pecado Original es tan evidentemente injusto que no merece la pena comentarlo más extensamente.



Esa ventaja con la que juega Dios, según la Biblia, se pone también muy descaradamente de manifiesto en el nacimiento de su Hijo, Jesucristo, generando una enorme serie de dudas teológicas. Nos dice el “Acto de contrición”: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero…” Nada tengo que objetar a lo de “Dios”, pero ¿Hombre verdadero? El hombre y la mujer verdaderos tienen que nacer, como descendientes de Adán y Eva, con Pecado Original de serie, pero resulta que María fue concebida sin pecado, y Jesucristo lo mismo. Aquí veo yo una espinosa incoherencia. Es como cuando nos dicen que todos los españoles, del Rey abajo, somos iguales ante la Ley, pero resulta que el Rey es jurídicamente irresponsable. ¿Estamos a setas o estamos a Rolex? Un ciudadano-ciudadano tiene que responder ante la ley igual que un hombre-hombre nace con pecado original. Si no llega a ser porque Constantino y Teodosio, que Dios confunda, resolvieron la cuestión a golpe de decretos imperiales lo mismo lo mismito SS El Papa hubiese sido sucesor de Arrio y no de Pedro.


Por todas estas graves dudas intelectuales envidio yo a la gente que lee La Biblia como un libro sagrado. Lo Sagrado es por definición indiscutible y no cabe aplicarle lógicas ni razonamientos. Las palabras de los dioses son inapelables y no tienen por qué verse sometidas al escrutinio de los sabios; tampoco deben ser necesariamente claras, comprensibles ni ajustadas a lo que a lo largo de los tiempos se vaya considerando creíble o increíble. Leer La Biblia siguiendo estos principios debe dar mucho gustito y mucha paz espiritual. Para los que no somos creyentes la cosa no resulta tan sencilla, porque nos tenemos que pasar el rato cuestionándolo todo, aguantándonos la risa o tratando de encontrarle lógica a cosas que, ya se ha dicho, no tienen por qué tenerla. Para quienes tiene fe resulta mucho más sencillo, porque lo único que tiene que hacer es creer. Si resulta que el texto es algo abstruso pues nada, es que Dios escribe derecho con líneas torcidas; si es absolutamente incomprensible, los caminos de Dios son inescrutables.


El colmo de los colmos es que los pobres descreídos, además, tenemos que aguantar que nos digan que hemos elegido el camino más fácil.

1 comentario:

  1. ¡Inconmensurable, como siempre¡ Me tienes aluciná con tus reflexiones. Dios, qué listajo me salió el chiquillo¡¡¡

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