Ayer por la mañana quedé con mi hermana en pasar a recogerla a la llegada de su tren desde Santander. Como llegué a la estación con casi quince minutos de antelación, me senté en la terraza de La Cantina a tomar un Martini, para hacer tiempo de la manera más agradable posible. Junto a mi había formado un grupito de unas tres o cuatro personas que comentaban acaloradamente la actualidad política del Reino. Lo hacían a ese volumen de voz tan español, que hace completamente imposible no solo no escuchar, sino abstraerse pensando en cualquier cosa. Una señora en especial lo hacía de forma tan vehemente y con tantísima pasión que más que en una terraza de Renedo me daba la sensación de estar el Hyde Park Corner. Utilizaba además un lenguaje tan trufado de juramentos y palabras malsonantes que me dejó absolutamente fascinado. Ya se sabe que la vulgaridad tiene un atractivo morboso que es, por poner un ejemplo, la clave del éxito de la mayor parte de la programación de Telecinco. Cuando yo llegué la cosa iba más o menos así:
.- Yo lo que hacía era fusilarlos a todos, por hijos de puta.
.- Ladrones, que son todos una pandilla de ladrones.
.- Que roben no me parece mal, pero a mí que no me jodan.
.- Todo viene desde el cambio (¿), que se pusieron todos a robar.
.- Oyes, que antes también se robaba. Lo que pasa que eran menos a robar.
.- ¿Tú qué crees? ¿Qué estos nuevos no van a robar?
.- Me caguendios, que yo no soy futuróloga. Habrá que ver lo que hacen, y si roban los echamos.
.- Y nos cobran los impuestos dos veces, que eso lo prohíbe la Constitución.
.- Si no hay quien los eche. Mira Mariano, que le ofrece el Rey la investidura y la rechaza, pero el cabrón de él no se marcha, que es lo que tenía que hacer.
.- Y nos cobran los impuestos dos veces, que lo prohíbe la Constitución.
.- ¡El Rey! Otro hijoputa ladrón. Si me dejasen a mí, mecaguendios…
.- En este país se han aprobado más de dos mil leyes votadas por delincuentes.
.- Fusilados, estaban bien fusilados. Que nos achicharran a impuestos para poder robar ellos, mecaguendios
.- Y nos cobran los impuestos dos veces, que está prohibido por la Constitución.
.- Claro que, si yo tengo 50 euros , escondo por lo menos 45.
.- ¡Nos ha jodido! Y yo.
.- Joder, y yo, que nos achicharran a impuestos para robar ellos. Que paguen ellos mecaguendios.
.- Coño, yo también escondo lo que puedo, que nos cobran los impuestos dos veces, que está prohibido por la Constitución.
Llegó el tren y fui a encontrarme con mi hermana. Allí les dejé fusilando, blasfemando, arreglando España y escondiendo al Tesoro Público todo lo que pueden, mecaguendios. ¿Así somos? Pues tenemos lo que nos merecemos.
Un poco exageradillo me parece, cagúenlamar, pero me ha hecho gracia la forma de relatarlo, como todo lo que escribes, Emilio Mª Ah y felicidades por tu cumple y que cumplas muchos mas¡¡¡
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