jueves, 3 de diciembre de 2015

TU A CHICAGO Y YO A CASTILLEJA

No sé por qué se escandaliza tanto la gente con el caso de la concejala de Castilleja de la Cuesta. La buena señora se presentaría a concejala con toda su mejor voluntad, deseando trabajar como una negra por el bienestar de sus conciudadanos y el progreso de su pueblo y ahora resulta que no le quieren pagar unos billetes de avión de nada. Yo la vi ayer en televisión contando que está muy preparada y que tiene tres carreras, mientras se apartaba el flequillo de la cara una y otra vez al más puro estilo de Carmina Ordoñez. La muchacha ha sido Mis Sevilla, toda ella rizos y faralaes, por lo que sabe de asuntos de belleza; al perder el concurso de Miss España organizó el correspondiente escándalo, lanzando acusaciones de fraude a diestro y siniestro. Nunca pudo demostrar lo que decía, pero lo que importa es que es luchadora. Sorprenderse de que haya fraude en las elecciones de las “misses” le da un encantador toque de ingenuidad, debidamente compensado por ese darse cuenta solo cuando pierde que denota tantísimo sentido práctico. Se sabe que estuvo implicada en la famosa “Operación Polvorón”, aquel asunto de toreros, puticlubs y fiestorros por todo lo alto, y por todos los bajos según dicen, que tanta carnaza proporcionó a la prensa del corazón en su momento, por lo que no sería arriesgado decir que la mujer “sabe de la vida”. Finalmente aparecer en todos los medios de comunicación, y salir desnuda en la portada de “Interviú” a tan pocos días de las elecciones, es prueba evidente de su sentido de la oportunidad y su habilidad para estar siempre “en el candelabro”. Muy pocos concejales en España pueden presumir de un curriculum tan completo. De hecho muy pocos pueden presumir de algún curriculum. Si ahora resulta que la pobre se ha tenido que ir a vivir a Chicago, me parece natural que quiera que le paguen un billete de avión todos los meses, ella lo vale. Resulta muy cicatero por parte de la corporación municipal de Castilleja negarle algo que, comparado con todo lo que ella puede aportar, no es más que una minucia. Todas las semanas se lo pagaría yo. Se lo pagaría todos los días, pero por desgracia no le daría tiempo. Yo estoy pensando en seguir su ejemplo.

Naturalmente no me refiero a salir desnudo en la portada de “Interviú”, porque yo desnudo pierdo mucho y he echado una barriga que no cabría ni en las páginas centrales. Me refiero a lo de los viajes. Una amiga me ha propuesto que nos presentemos de concejales en Punta del Este y, una vez elegidos, exigir que nos paguen el billete para tomar posesión de nuestra concejalía, pero yo a ese plan le veo lagunas. No me parece improbable que los electores de Punta del Este, que por lo visto es el sitio mas megapijo de todo Sudamerica, sospechasen motivos mercenarios en nuestra candidatura, que los pijos son muy susceptibles; y desde el punto de vista de la ética, agenciarnos unas vacaciones gratis a costa de los contribuyentes Uruguayos, así porque si, no me parece correcto. No, yo alegaría motivos familiares, que siempre parecen más serios.

La mayor parte de mi familia vive en España. Más o menos lejos de Santander, pero en España. Es verdad que algunas veces pienso que mi sobrina está tranquilamente en Toledo comprando mazapanes, cuando resulta que está en Kostromá a punto de perder el Transiberiano; puede ocurrir que mi sobrino esté actuando en Shangai cuando yo le supongo grabando en Madrid, pero viven en España y no necesito presentarme a concejal para poder verlos. Pero dos de ellos están fuera. Mi sobrina Carmen nos dijo que se marchaba un año a estudiar a Hungría. Será verdad, pero cada vez que pregunto por ella a sus padres resulta que está de fin de semana en Viena, o pasando cuatro días en Bratislava, o conociendo Praga, lugares todos ellos que no estaban en Hungría cuando yo estudiaba geografía. Lo de estudiar también me lo creo y no me hace dudar de ello el hecho de que cada diez minutos vea en facebook una foto de ella en algún jolgorio. Quizás la chiquilla se explicó mal y, cuando nos dijo que se marchaba a estudiar a Hungría, lo que quería decir en realidad es que se iba de “Erasmus” al Imperio Austro-Húngaro. La cuestión es que yo podría presentarme a concejal en Budapest, exigir mi correspondiente billete y acercarme a verla todos los meses, pero es que en Hungría, con ese gobierno que tiene, tan de la derechona que está dejando en puras bragas a la mismísima regencia del almirante Horthy, la cosa da un poco de miedo. Luego está esa manía que tienen los húngaros de ponerle paprika hasta al café con leche, que te destroza el estómago. No, Hungría no.

Raúl vive en San Francisco y eso ya me parece más factible. Si la concejala de Castilleja de la Cuesta ha pedido billetes a Chicago, pedirlos a San Francisco que está apenas un poco más allá no escandalizaría a nadie. Con mi manifiesta homosexualidad a cuestas, malo sería que no consiguiese hacerme con un nutrido grupo de votantes en el barrio de Castro. Por último, last but no least, en un país que ha llevado a la presidencia a Ronald Reagan y a los Bush, hacerse con una concejalía tiene que estar chupado. Sí, lo de San Francisco lo voy a intentar.

Me vendría muy bien poder hablar con Miss Carmen López, para que me diese consejo en este asunto, pero imagino que con tanto “Interviú” y tanta interviú la mujer no tendrá tiempo. En cualquier caso yo quiero darle las gracias porque su ejemplo me ha servido de inspiración. Y doy gracias también por haber nacido en esta España nuestra, cuna de políticos tan totalmente entregado al servicio que son capaces de recorrer 7000 km. todos los meses con tal de seguir trabajando por el pueblo. A Carmen le dijeron que la distancia es el olvido, pero ella no concibe esa razón. Olé.

1 comentario:

  1. no me convences en este tu artículo, lo siento, no te veo de concejal ni aqui, ni allá y menos creo quisieras abandonar nuestra Cantabria por unas playas que nada tienen que hacer con las nuestras. Mira, aqui (y bien cercuca) podias hacer top-les; si, en Mogro y sin complejos de barriga o no barriga, vamos, digo yo

    ResponderEliminar