viernes, 4 de diciembre de 2015

TIRO AL NEGRO



No se me van de la cabeza esos diez policías americanos, armados hasta los dientes, acosados hasta temer por su vida por ese terrorífico hombre negro armado con un cuchillo de cocina. Yo imagino que los policías americanos se ven enfrentados, un día sí y otro también, a situaciones terroríficas y espeluznantes, pero nadie puede estar preparado para algo tan amedrentador como enfrentarse a un negro con un cuchillo de cocina. Mira que los policías americanos son unos hombretones y unas mujeronas como armarios de tres cuerpos, y son valerosos, arrojados y de nobles sentimientos, que lo he visto yo en las series de TV, pero, claro, es que eran solamente diez y el negro tenía un cuchillo. Y un cuchillo americano por añadidura, porque si llega a ser como los que me regalaron en La Caixa no hubiese existido riesgo alguno de cortarse. Pero no, el cuchillo era americano y el hombre era indudablemente negro. Yo he visto el vídeo de esa ejecución, uy, perdón, de esa brillante operación policial y da la sensación de que el hombre está algo bebido, con lo que al riesgo de ser negro y tener un cuchillo de cocina se añade el de la bravuconería loca que proporciona el alcohol. ¿Qué opción les quedaba a los diez policías aparte de descerrajarle unas cuantas decenas de tiros? En mi opinión, ninguna.


Si esos diez policías se hubiesen encontrado con un hombre blanco cargado con sus pistolones recién comprados legalmente, pues no habría pasado nada. En EEUUAA es un crimen de lesa majestad comprarse un paquete de cigarrillos; y en esos paquetes te dejan bien clarito que EL TABACO MATA, pero armas puedes comprar las que se te pongan en los cataplines sin sufrir rechazo social y sin advertencia ni nada. Ante un hombre blanco ejerciendo su derecho constitucional, los diez policías se hubiesen marchado a comer un donut tan ricamente y todos contentos. Para eso está la Segunda Enmienda. Convendría decir que esta enmienda fue aprobada en 1791 y que la que concedía el voto a los hombres de todas las razas, enmienda decimo quinta, no lo fue hasta 1870; y que hasta 1965 el voto de los negros no estuvo garantizado por la ley. Lo digo porque quizás entendamos mejor a ese gran país si conocemos su escala de prioridades. Pero el caso es que el hombre era negro y su derecho a tener un cuchillo de cocina en la mano no está protegido, según parece, por ninguna enmienda constitucional.


Ahora seguro que salen la Susan Sarandon y su pandilla de izquierdistas antiamericanos a hablar de brutalidad policial y zarandajas de esas, sin tener en cuenta que “las autoridades aseguran que emplearon otros métodos coercitivos antes de abrir fuego”. Yo en el vídeo no he visto ni rastro de esos “métodos coercitivos” previos, pero lo mismo le dijeron al pobre señor “mira negro que te la vas a ganar”, o alguna cosa parecida, y el señor no hizo caso. Pero si las autoridades dicen que a los policías no les quedó más remedio, es que no les quedó más remedio. Sería absurdo pensar que en un país en el que la policía se ve forzada a matar negros cada dos o tres semanas, algunos de ellos en actitudes tan amenazadoras como tumbarse en el suelo con las manos en la espalda, que hay que ser animal, se dedicasen a inventar explicaciones. No señor. Es evidente que los policías de EEUUAA están siendo acosados sin tregua por una panda de gente de color que, tras su aparente inocencia, les amenazan tan peligrosamente y de una manera tan perversa y sutil que solo la propia policía, que son los que saben de esas cosas, es capaz de percibirlo. Son cosas que los europeos, tan atontados como estamos por los derechos humanos y demás bobadas liberales, no somos capaces de ver.

Si de verdad fuese una buena patriota, lo que tenía que hacer Susan Sarandon es preocuparse de las terribles secuelas psicológicas que van a padecer esos diez hombres, esos diez héroes, tras haberse visto sometidos al terror pánico de enfrentarse a un negro tambaleante con un cuchillo de cocina. Pero claro, de eso no se preocupa nadie.


¡Ay, si Charles Lynch levantará la cabeza!







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