domingo, 29 de noviembre de 2015
LA ESTEBAN AL PODER
Yo siempre he pensado que a los programas del estilo de “Sálvame” o “Gran Hermano” y a los presentadores al estilo de Jorge Luis Vazquez, que se ha hecho artista e intelectual, o Mercedes Milá, que se debe haber vuelto loca, se les ha prestado mucha menos atención de la debida. Sus pretensiones de “experimentos sociológicos” y su “ser como la gente de la calle” tienen un efecto corrosivo sobre una audiencia que acaba por considerar “normales” ideas y comportamientos que son, en realidad, un ensalzamiento de lo más zafio y vulgar de la sociedad. Intelectuales y políticos han mirado siempre con un desprecio altivo ese estilo de hacer televisión, permitiendo así que vayan creciendo y creciendo como un tumor, arropado por el inapelable mandato de la audiencia. Y ellos, los jorgeluises y las mercedes, se han ido viniendo arriba y se han creído que son el oráculo del sentimiento popular. Del “si nos ven es porque gustamos” han pasado al “si nos ven, somos buenos” y de eso al “cumplimos el mandato del pueblo” no hay más que un paso.
Ese paso lo han dado precisamente los políticos, con Pedro Sánchez a la cabeza. Aquella famosa llamada suya al programa “Sálvame”, tan ridiculizada en su momento, fue el pistoletazo de salida de una carrera por aparecer en cualquier tipo de programas y haciendo cualquier cosa. Los hay que bailan en los mítines, como Miquel Iceta, o que cantan, como Pablo Iglesias; algunos hacen footing con Ana Rosa Quintana, mientras otros les dan a sus hijos simpáticos pescozones en la cabeza. Esperanza Aguirre se ha hecho contertulia de un famoso programa de debate político y Albert Rivera acude a cualquier programa al que le llamen, lo mismo da si es de cocina o de decoración. Los políticos han decidido que hay que salir en la tele sea como y sea, y que hay que hacerlo al estilo de Belén Estaban y su penoso “yo soy así, ¿qué pasa?”. Los periodistas “del corazón” se frotan las manos al ver como la política va bajando poco a poco a su terreno, al de “la gente de la calle”. Lo peor del asunto, google dixit, es que las preguntas que con más frecuencia hacemos los españoles sobre los políticos son: ¿cuantos años tiene Albert Rivera? ¿Cómo se llama la mujer de Pedro Sánchez? Y ¿Cuánto mide Pablo Iglesias? A tal señor, tal honor.
Junto con el maldito Halloween de marras, el más reciente “Black Friday”, la coca-cola y algunas otras de sus simpáticas costumbres, los yanquis han conseguido por fin endosarnos esa visión suya de las elecciones, esa descarnada caza y captura de los votos a costa de lo que sea. Tras la muerte de las ideologías, el funeral de las ideas. Como broche de oro de esta apoteosis de la banalización van los de VOX y nos endosan a Carmen Lomana como candidata a senadora. Es verdad que ese acartonamiento rancio y estirado de la Lomana, todo maquillaje, brillantes y perlas, encaja bien con las declaraciones que suelen hacer los dirigentes de su partido, pero yo creo que los españoles no nos merecemos pasar ese bochorno. Ya puestos a pisotear en el barro, que se lancen a él de bruces, que pongan en sus listas a la Esteban y la nombren después ministra de cultura. Con el panorama que estamos viendo, seguramente sería la persona más indicada.
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