martes, 18 de julio de 2017

EL CULO Y LAS TÉMPORAS

         Este Mundo moderno nuestro, tan avanzado, tan preocupado por la salud y tan tecnológico, está resultando un verdadero engorro para la práctica cabal de las religiones monoteístas. Para mí que la culpa es de ellas, de las religiones quiero decir, porque no se yo a ton de qué tienen que adaptarse a nada. Los dioses como es debido son atemporales, o eternos, o como se les quiera llamar y no tienen por qué volverse modernos ni adaptados. Pero claro, las religiones es otra cosa porque si no se adaptan, pierden clientela.

                Los domingos hay un programa en televisión, “Medina”, que se dedica teóricamente a la difusión de la religión islámica. Digo teóricamente porque lo mismo te hablan de la correcta interpretación del Corán, que de una feria Halal, que se pasan el programa promocionando las vacaciones en Túnez. Yo, la verdad, las veces que he estado en Túnez no le he visto el punto religioso a mis despachurramientos hamaqueros en la playa de Hammamet, ni a tomar copas en las terrazas de Sidi Bou Said, ni a las discotecas de Monastir y Port-el-Kantaui, pero como tengo una amiga que dice que soy muy tordo, puede que sea por eso.

                “Medina” dedicaba hoy sus treinta minutos a analizar el impacto de las nuevas tecnologías en la práctica religiosa de los jóvenes musulmanes. Aparte de soltarnos la novedosa idea de que “hay que usar internet con prudencia”, que ya hay que ser original,  y de que los jóvenes musulmanes, al menos en España, usan las mismas aplicaciones que todo el mundo, como era de esperar, lo único original ha sido la noticia de que hay una nueva aplicación para teléfonos móviles, que avisa cuando llega la hora de las oraciones. Es sabido que los cristianos usan campanas para llamar a misa y que los musulmanes usan gargantas para llamar a la oración. Tengo que decir que los dos sonidos, el de las campanas y el de los muecines, me han resultado siempre muy atractivos y que me parece una pena que los tecnologicen, pero ya se sabe “o tempora, o mores”. A los cristianos les pasa a veces que oyen campanas y no saben dónde; a los musulmanes que a veces no oyen almuédanos, según en donde. Se comprende que hay que tener un oído muy fino para conseguir oír al muecín si estas, pongamos por caso, en el metro. Por lo visto  no es de recibo que uno deje de rezar las veces que corresponda, o que rece cuando escuche al muecín, pero pase de rezar cuando no lo escuche, que ya se sabe que las religiones son muy suyas para los preceptos. Bueno, pues para eso está pensado el telemuecín. Raro será que la Conferencia Episcopal no les copie y lance al mercado el telecampana para la próxima Navidad.



                Por desgracia el invento tiene un inconveniente grave. El telemuecín no te avisa con un timbre normal y corriente, o con una típica y empalagosa voz enlatada que te diga “toca rezar”. No, lo que hace el telemuecín es soltar a voz en grito un “Allahu akbar” así, sin previo aviso ni nada, como si tuvieses al almuédano encerrado en el bolsillo. Esto, según el experto en nuevas tecnologías, provoca un cierto rechazo entre los usuarios, porque temen que ese “Allahu akbar” soltado a gritos por el teléfono, en estos tiempos de terroristas suicidas, pueda tener consecuencias catastróficas para ellos, en forma de agresión violenta o estampida generalizada. Tengo que decir que el presentador del programa nos aclaro, entre carcajadas, que “Allahu akbar” NO SIEMPRE tiene que ser preludio de un atentado terrorista. Si estuvo afortunado, o no, lo dejo a vuestro criterio. La cuestión es que al islamismo le ha salido una complicación muy tonta por intentar adaptarse a los nuevos tiempos.

                Los católicos también tienen sus complicaciones a causa de la modernidad. Parece ser que sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, ha habido sacerdotes que se han dedicado a dar hostias sin gluten. Imagino que esos buenos párrocos lo habrán hecho por mor de evitar complicaciones a sus feligreses celíacos, lo que parece de todo punto encomiable. Ahora bien, Su Santidad el Papa ha dicho que de eso nada, que las hostias deben darse como se han dado toda la vida, con su gluten y todo. Puede parecer que en este caso el Vaticano peca de falta de sensibilidad, pero yo opino que se han quedado demasiado cortos en su censura. Los cristianos no toman las hostias así, recién salidas del horno, las toman consagradas; y si el misterio de la Transubstanciación no ha cambiado desde que yo  estudiaba el catecismo, que podría ser pero no he oído nada, lo que toman es literalmente, así lo dice el Dogma, la carne de Cristo. Y la carne no tiene gluten. De ser yo el Jefe de la Sagrada Congregación Para la Doctrina de la Fe, cosa que me encantaría, no solo prohibiría las hostias sin gluten, sino que suspendería A Divinis a todos los sacerdotes que las hayan repartido, por no tener esa cuestión tan trascendental en cuenta. Además, si tan modernos quieren ponerse ¿Qué pasa con los católicos veganos? ¿Habría que hacer una consagración aparte para que el pan se convirtiese en el tofu de Cristo? Porque en estas cosas se sabe en donde se empieza, pero no en donde se acaba.



                Tampoco pueden comprarse las hostias así, al turuntutún, ha dicho el Papa, que en esto también se han dejado llevarlos sacerdotes por los cantos de sirena de Internet. Entran a la web y compran lotes de hostias de oferta, sin saber quien las ha hecho ni como, y eso si que no puede ser. Muchas de ellas, según dicen en la Curia, las hacen los mismísimos chinos, que ya se sabe que el que no es pagano es ateo a más no poder. Eso de consagrar cualquier oblea se va a acabar. A comprárselas a las monjitas, como toda la vida, que así se sabe que están hechas con la devoción debida y, de paso, se queda el negocio en casa.

                De los judíos, de momento, no tengo nada que decir. Aparte, naturalmente, de que a los ultraortodoxos les sientas espantosamente mal esos tirabuzones que llevan colgando a ambos lados de la cabeza, por no hablar de los sombreros, que algunos son  como rollos de moqueta negra puestos en la cabeza. Yo  cuando los veo no sé nunca si son devotos judíos o tapiceros ambulantes.



                         Vamos a ver, señores religiosos, déjense de modernidades, que no hay que confundir el culo con las témporas, que la religión es de Dios, pero las nuevas tecnologías son del César.
                     

                

1 comentario:

  1. Salvador Freixedo ex religioso, liberarse de la manipulaciòn,de las religiones interesante debate, no pudieron con el mas estudioso y erudito de los que e leido y para mi la religiones estan todas prefabricadas ,cuando tengas un rato mirate el video del coloquio y luego me comentas
    https://www.youtube.com/watch?v=fxA0i3lq5DM

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