No puede negarse que en España somos mucho de criticar. Eso de poner a la gente a caldo nos chifla a más no poder y muchas veces, con tal de criticar, lo hacemos así, al turuntutún, sin pararnos a pensar ni nada. Véase el caso del pobre D. Miguel de Unamuno y su denostado “Que inventen ellos”, que se ha tenido siempre como muestra del celtiberismo más cerril y carpetovetónico, sin reflexionar, como sí hizo el filósofo, que España es una fábrica de tantos prodigios y maravillas que, en verdad, no nos hace falta perder el tiempo en el esfuerzo de inventar nada.
Me informa mi amiga y colaboradora Feli de un titular, otro más, de “El Diario Montañés” que reza así: “CUATRO OVEJAS SOBREVIVEN A UN ATAQUE DESPUÉS DE HABER SIDO DEVORADAS LITERALMENTE”. En cualquiera de los países de nuestro entorno una noticia de este calibre hubiese merecido ocupar media portada y dos páginas interiores enteritas, pero aquí, que no pensamos, lo relegamos a un triste suelto perdido entre las noticias regionales. Anda que no dieron la tabarra los ingleses con su ovejita Dolly, cuando el único merito que tuvo fue el de haber sido clonada. No quiero ni pensar en el tiempo y el dinero que dedico el Instituto Roslin de Edimburgo en crear un vulgar y corriente ejemplar de ganado ovino, con la cantidad de ellos que hay sueltos por Escocia, que me lo ha dicho mi sobrino Pablo, que vive allí en una granja. Dice que en aquellas agrestes tierras hay ovejas para aburrir a un santo, de todos los tipos y tamaños, unas con mucha lana y otras con poca; las hay más domésticas y las hay más asilvestradas y que, en resumidas cuentas, aquello es un no parar de vellones y balidos. Entonces ¿A ton de qué fabricar una más, una de tantas? Pero entre esas tantas no hay ninguna, que se sepa, que haya sobrevivido tras haber sido devorada literalmente. Eso solo ocurre en España. Y ocurre de forma espontánea, por la propia sabiduría de la mismísima naturaleza, sin tirar el dinero en ridículas investigaciones ni nada.
No le veo yo mucha utilidad a sobrevivir después de haber sido comido de cabo a rabo, eso es cierto. Pensemos, por ejemplo, en el frío que van a pasar esos animales este invierno. Pero eso no le resta al asunto asombro ni maravilla. También es verdad que la ovejita Dolly salía muy bien en las fotos, con toda su lana puesta. El suelto de “El Diario” no incluye ninguna foto de las supervivientes y se comprende, porque ese conjunto de huesos sanguinolentos dando balidos en un aprisco podría herir la sensibilidad de los lectores. Justo es reconocer que los anglosajones tienen para todo una contención y una elegancia muy de admirar. Para todo excepto para el futbol y los bares de Mallorca, que ya se sabe que para esas cosas se dejan la flema en casa. Pero dejando aparte la estética y la fotografía, queda el hecho indubitable de que clones se ven a porrillo en las películas de Hollywood, pero yo no he visto nunca en ningún sitio a una oveja, mucho menos a cuatro, que sigan tan pimpantes después de haber sufrido el desagradable percance de ser depredadas tan atrozmente.
Lo malo es que en España somos perezosos a la hora de sacar provecho de esos inventos que tan generosamente nos regala la naturaleza. Ya se sabe que suele valorarse más lo que se consigue a base de esfuerzo, que lo que se obtiene sin dificultad. Personalmente me parece una actitud completamente absurda, pero según me comenta la mayoría de mis amigos y conocidos, así suele ser. Hace dos día nos hemos despertado con la tristísima noticia del fallecimiento de la cabra de la Legión. El animalito se llamaba Pepe, lo que resulta muy original para una cabra, y era, además, la “cabra jubilada de la Legión”, que es un rango de la Administración de cuya existencia no tenía yo hasta ahora ni la más remota noticia. Sabía, como todos, que hay muchos cabrones premiados con jubilaciones de oro, pero no cabras. Aquí hasta las cabras usan las famosas “Puertas Giratorias”. Aclaro que la que ha muerto ha sido la cabra jubilada, para que los amantes de los desfiles no se alarmen pensando que el día 12 de octubre, tan cercano, vayan a tener los Legionarios que desfilar sin una cabra al frente, o teniendo que recurrir a un burro o al pequinés de la coronela para salir del paso. Tranquilidad, que parece ser que ya hay cabra titular. Pero a lo que yo voy es a que si hemos conseguido tener ovejas capaces de sobrevivir tras ser devoradas literalmente ¿Tanto costara conseguir una cabra de la Legión que no se muera? O, en su defecto ¿Una que sobreviva tras haber muerto literalmente? Yo creo que lo más difícil ya lo hemos conseguido pero, como de costumbre, ahí nos quedamos. Está previsto incinerar a Pepe en un tanatorio de mascotas, envuelta en la bandera nacional (sic), con el gasto que tiene que generar eso. Y está el asunto de la jubilación de la cabra, que también nos la hubiésemos ahorrado si hubiésemos desarrollado debidamente, con su laboratorio y todo, el prodigio de la ovejas devoradas.
La cuestión es que aquel “Que inventen ellos” de D. Miguel tenía su razón de ser, como creo haber demostrado más allá de cualquier duda razonable. D. Miguel conocía nuestra particular idiosincrasia, esa aristocrática displicencia nuestra hacía el esfuerzo, tan de castellano viejo. Y lo que vale para los inventos, vale para todo. Así, nuestros políticos han convertido nuestra idiosincrasia en lo que podríamos llamar su “sindiosincracia”. Nosotros les elegimos para que trabajen y resuelvan, para que se ganen el sueldo que les pagamos solucionando los problemas reales, nuestros problemas. Ellos se entretienen tumbando secretarios generales, o dándose de tortas entre bambalinas twiteras, o haciendo como que protegieron la corrupción sin darse cuenta. Todos ellos pensando en votos y perspectivas. Y cuanto toca pringarse y decidir se cagan por las patas abajo y sueltan un “Que decidan ellos”, y hala, vuelta a votar. Es para pensar si en España se habrá inventado una democracia que sobrevive tras haber sido literalmente devorada.
¡Ya era hora¡ se te echaba de menos y ha sido una gozada leerte. No empereces muchacho.
ResponderEliminar