“ Esta noche ha nevado y hace frío;
el agua corre, repitiendo
una interrogación ya sin pregunta.
Más allá del jardín hay hambre y lodo,
y se cubren de cuervos las fronteras.
Nunca supe ni quise
mirar de frente el curso de las horas:
sólo escuché su blanda melodía
en un reloj dorado,
acorde de belleza sin aviso,
y nunca probé el agua de una fuente
sino entre las rocallas y las cariátides
de la gruta de mármol de un ninfeo.
Ignoré la victoria de la muerte,
la sordidez, el mal, la cobardía,
entre nubes y muros que afirmaban
un sueño de virtudes inmortales:
piedad de Eneas, magnanimidad
de Alejandro, bravura de Perseo,
clemencia de Escipión, candor de Dido,
pero la soledad, la cobardía,
la sordidez, mezclaban mis colores.
Coronada de pámpanos y rosas,
la muerte me tendía los pinceles.”
Guillermo Carnero.
Vejez de Juan Bautista Tiépolo
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