miércoles, 18 de noviembre de 2015

PARTY BURGER


Anoche, haciendo uno de mis safaris televisivos, recalé en un reality show del que hasta ahora no tenía noticia, “Alaska y Mario”, que relata las peripecias cotidianas de la original pareja de artistas. Del programa ¿Qué queréis que os diga? Hay una canción de Alaska que dice: “Hagamos algo superficial y vulgar; algo tonto que hayamos hecho ya”. Bueno, pues parece que terminaron por hacer “Alaska y Mario”. Que la vida de esta pareja tiene mucho de show y muy poco de reality no será, supongo, una sorpresa para nadie.

El caso es que anoche tenían como invitada a un “burger party”, sea eso lo que sea, a una amiga suya, una tal María Fitz-James, que venía acompañada por una amiguita que resultó ser ni más ni menos que la pintoresca Tamara Falcó en carne mortal. Las resonancias aristocráticas del Fitz-James y del Falcó no auguraban nada interesante, pero no me esperaba yo tanto (tan poco en realidad). Es cosa sabida que todos los hijos de Isabel Preysler tienen una forma de hablar, como si fuesen tontos, que hace las delicias de los humoristas. Hablan como si un superpijo estuviese haciendo una parodia del modo de hablar de los pijos, y tal. Yo espero que ahora que Mario Vargas Llosa es tan amiguito de mami los chicos empiecen a corregirse en la medida de lo posible, pero el de Tamara es claramente un caso perdido. Tamara habla como parodiando la parodia y acompaña sus hablares de unos abrires de ojos tan artificiales y unas caídas de mano tan exageradas que yo estuve tentado de pensar que lo estaba haciendo de broma, que se reía de sí misma. Hasta que abrió la boca: la chica parece tonta perdida porque es tonta de baba. Me recordaba, por lo antinatural, a Marujita Diaz cuando se ponía coletas y un baby de volantes y nos llenaba a todos de vergüenza ajena haciéndose (¡¡¡Marujita!!!) la niña inocente.
A Tamara la idea del “burguer-party” le parecía “fenomenalll, pero yo soy de dieta estricta y si engordo un gramo más mamá me echa de casa”, introducción que no le impidió zamparse dos hamburguesas, una detrás de otra. La conversación era tan enloquecida y todo tenía tan poco sentido que no sé de qué forma derivó hacia aquella famosa teta díscola de Sabrina en el Especial de Nochevieja. El caso es que derivó y que el tema trajo a la memoria de Tamarita una divertida anécdota familiar. “¿Sabrina?, ayyyy, no sé si voy a contar una cosa. (subida de mano, arqueo de cejas), ¿lo voy a contar? (superapertura de ojos) Uff, no, no lo puedo contar (caída de mano, boca abierta, cara de pava). Bueno, lo cuento (subida y bajada, apertura, cara de pilla a lo Marujita). Pues nada, mi hermano Enrique (bajada), ya sabéis, que vivía en EEUU (subida), que son superpuritanos y tal (apertura, doble bajada, torsión de la cabeza a la derecha con ligera echada para atrás, cara de complicidad al estilo de Leticia Sabater). Y cuando vio un pecho ¡¡¡se abrazo a la tele!!! (superapertura de ojos, parpadeo, boca abierta, expresión general de “¡jopetas!”) Y mamá le decía: Enrique ¿te has vuelto loco? Enrique ¿qué estás haciendo? Y jajajaja (mano a la boca, apertura máxima de ojos) Y ahora en familia, cuando nos acordamos, pues… jajajajaja. Bueno, supongo que todos hemos tenido un momento preadolescente ¿no?” ¿Puedo comerme otra hamburguesa?”. Ni más ni menos. En honor de Alaska tengo que decir que se quedó mirando a la chiquilla como las vacas al tren, pero el resto de la concurrencia Fitzjjémica y Vaqueriza se tronchaba de risa con el relato de la picantona preadolescencia de Enrique Iglesias.
Yo he leído alguna entrevista al marqués de Griñón y me ha parecido un hombre inteligente y culto. Que Isabel Preysler es lista como el hambre lo demuestra el hecho de que desde un barrio de clase media baja de Manila ha llegado hasta un palacete en Puerta de Hierro y a estar archiforrada de dinero. Es verdad que hay malpensados que dicen que no es el cerebro el órgano que le ha ayudado más en ese ascenso fulgurante, pero siendo tonta no se tiene la ristra de exmaridos y protomaridos ilustres que tiene ella, por muy bien que se maneje el coño. Y entonces ¿De dónde ha salido esta pazguata descerebrada, ossssssea? ¿hay en los salones de la alta sociedad de Madrid algún bicho cuya picadura entontece irremisiblemente el cerebro? ¿Hay cerebro en la alta sociedad de Madrid?

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