Por arte de birlibirloque he pasado de ser un españolito de a pie, de mediana edad, a ser un filósofo nonagenario casi holandés. Resulta que una de esas simpáticas aplicaciones de facebook que te dicen como eres, o cual es tu tipo de amante ideal o como vivirás en el 2022 , me ha sentenciado que: « Emilio, por como hablas en facebook, creemos que tienes 90 años, tus raíces son 87% holandesas y que deberías trabajar en filosofía ». Vayamos por partes.
Ignoro completamente que significa eso de «trabajar en filosofía». Etimológicamente filosofía significa amor a la sabiduría, pero no me veo yo con años para dedicarme al amor como trabajo. Según el Diccionario de la Real Academia Española, Filosofía es un «Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano». Me llamaréis escéptico, pero no creo que si añado a mi curriculum la habilidad para organizar y orientar el conocimiento de la realidad, mejoren en lo más mínimo mis posibilidades de encontrar trabajo. Pasarme las mañanas y las tardes en la biblioteca bombardeando a los sufridos lectores con teorías sobre el sentido del obrar humano perjudicaría gravemente, en mi opinión, mis posibilidades de seguir trabajando allí. No sería de recibo que la buena señora que va a buscar el último premio Planeta, saliese de la biblioteca con la "Crítica de la razón pura" o el "Der handschriftliche Nachlaß in fünf Banden". Podría intentar reunir el «conjunto de saberes», pero temo que no lo soportase mi presupuesto para la compra de libros. La segunda acepción, que ya se sabe que la Academia raramente se conforma con una sola, dice que filosofía es una «Doctrina filosófica». No soy yo de cuestionar el trabajo de los académicos, pero eso de decir que filosofía es igual que doctrina filosófica no me gusta mucho. No es lo mismo, ni muchísimo menos, decir "filantropía" que decir "doctrina filantrópica", porque no es igual «amar al género humano» que hacer doctrina teórica de ello. Vamos, que no es lo mismo predicar que vender trigo. En cualquier caso, estoy haciendo el intento de crear una doctrina filosófica así, en plan trabajo, y esperar a ver si la cosa me cunde.
Ser holandés no me deja ni frío ni caliente. Si me hubiese salido ser belga, luxemburgués o monegasco me habría llevado un disgusto muy serio. Ser belga me parece una de las cosas más absurdas que puede uno ser en la vida. Bélgica es un amasijo artificial de flamencos y valones, ni franceses ni germanos, gobernada por una dinastía alemana (los inevitables Sajonia-Coburgo-Gotha), que ha producido parejas reales tan pintorescas como Balduino y Fabiola. Balduino y Fabiola reunieron todas las virtudes necesarias para ser santos nada más morirse: fueron inquebrantablemente piadosos, inmensamente ricos y sufrieron el martirio de abdicar (solamente por un día, eso si, que no es cosa conveniente llevar el martirio al ridículo extremo de la exageración) para no tener que firmar la ley del aborto. Cierto es que a partir del día siguiente procedieron a seguir reinando tan pimpantes sobre un país con su ley del aborto y todo, pero eso son cuestiones menores para la Sagrada Congregación para la Causas de los Santos a la hora de canonizar monarcas. En tiempos menos materialistas y descreídos ya se habrían construido para su culto y devoción un par catedrales o tres. Aparte de eso, que ya se que es mucho apartar, a Bélgica no le quedan mas méritos que los bombones y su salvaje y sanguinolenta historia colonial en el Congo. Por lo que se refiere a Luxemburgo, no me puedo imaginar nada más aburrido que ser Luxemburgués. No me gustan los paraísos, ni los naturales ni los fiscales. Y en cuanto a Mónaco, sobran las palabras; o faltan, que nunca me acuerdo.
No, no me molesta ser holandés. Pero sí me fastidia mucho eso de serlo al 87%. Me intranquiliza ese 13% sin identificar, que lo mismo puede ser de uzbeko que de transilvano. A mi edad no es bueno tener que vivir con ese 13% de incertidumbre. Reconozco que no me gustan nada los zuecos, ni los sombreros de encaje llenos de picuruchos que se ponen las campesinas neederlandesas los domingos y fiestas de guardar. Tampoco me gustan esos campos de tulipanes, monótonos hasta la extenuación y tan rectilíneos y ordenados como la vida de un buen burgués. Se comprende que esas manías mías me puedan restar algún punto pero ¿Y los cientos de miles de litros de cerveza Heineken que he trasegado en esta vida? ¿Eso no compensa? Han sido muchas horas de beber y beber, y muchas de siestas etílicas y sus correspondientes resacas. Eso por no hablar del notable dispendio de dinero. ¿Eso no cuenta? Para mayor abundamiento en mi holandesismo teórico y práctico, diré que hago un razonable consumo de queso Gouda, y siempre, pero siempre siempre que me hablan de Ámsterdam, digo que es precioso y animadísimo. Que teniendo todo esto en cuenta me asignen un miserable 87% de holandeza me parece de una mezquindad difícil de calibrar. Item más: ¿por qué no es el propio facebook quien me aclara, ya que no que coños soy en mi 13% restante, los motivos de no llegar al 100% de holandés? Es muy duro llevar 57 años viviendo en el engaño de que soy español 100% para descubrir ahora que soy holandés... al 87%. ¿Será un asunto administrativo, de convalidación académica? ¿Ser 100% español equivale a ser solo 87% holandés? Si se llaman "Países Bajos" ¿A ton de qué poner tan altos los listones de paisesbajosidad? Facebook, en su insensibilidad de máquina, me ha arrojado a este mar de crueles incertidumbres, y ahí me ha dejado.
¿Y que decir de esa extravagante sentencia a 90 años? Hace tiempo que dejé atrás los afanes de la coquetería y sus sevicias, pero empotrarle a uno en todos los morros una apariencia de 90 años, cuando solo tiene 57, rebasa, a mi modesto entender, todos los límites de lo tolerable; máxime cuando todo el mundo me dice que me conservo muy bien, que nadie me echaría 57 años, que como mucho 56 y tres cuartos. Cierto es que lo que antes llamábamos cortesía es llamado ahora falsedad, y que lo que llamábamos grosería se llama ahora sinceridad. Cuento con ello. Pero asignarme 33 años más de edad me parece herir por herir, que es ciertamente la forma más refinada de crueldad, pero la menos sofisticada de insultar. Sobremanera encontrándome en el estado de debilidad extrema que me ha producido la merma en un 13% de mi identidad asegurada. También podría interpretarse ese exabrupto nonagenario desde el punto de vista de la sabiduría que se presupone a las personas de edad provecta, lo que podría ser visto como un halago. Este punto de vista podría verse reforzado por el hecho de que me imputan esos 90 años «por como hablas». Pero la idea no me convence, porque ni nadie me ha dicho nunca jamas que mi forma de hablar sea filosófica, ni un 87% holandésa, ni tampoco que hablase como el padre de Julio Iglesias. No, esos 90 años me los han encasquetado solo para joderme.
Eso, o que los test de facebook son un chorrada.